Ava Lavinia Gardner, quien el próximo 24 de diciembre habría cumplido cien años, eligió vivir en España desde comienzos de los cincuenta hasta 1968. El país estaba aislado internacionalmente, empobrecido por los estragos de la Guerra Civil y sometido a la dictadura franquista. Sin embargo, para la estrella resultó, desde su descubrimiento fortuito, un destino exótico, plagado de alicientes y emociones. Su prolongada pasión española coincidió con los acuerdos internacionales firmados entre España y Estados Unidos, acuerdos por los que Washington, en el contexto de la Guerra Fría, obtuvo cobertura política para la instalación de las bases militares de soberanía compartida y, a cambio, el franquismo contó con ayudas económicas, turísticas y el apoyo para reincorporar España a las instituciones internacionales. Ella es símbolo de una época.
- ¿Cómo eran las relaciones políticas entre España y Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial?
En 1945, bajo la presidencia de Harry Truman, Estados Unidos apoyó la exclusión de España de la Organización de Naciones Unidas y elaboró un “libro blanco” sobre la colaboración del franquismo con los regímenes de Hitler y Mussolini. En 1946, la potencia Atlántica decidió el aislamiento de España con la retirada de su embajador estadounidense en Madrid. El cine fue creciendo en importancia como el entretenimiento principal. En unos años, nuestro país llegó a ser tras Estados Unidos, uno donde los cines eran más numerosos. En La Faz de España, Gerald Brenan aseguraba que las salas españolas eran más confortables que las iglesias y daban más variedad de programa. Consolidándose el clima de la Guerra Fría, en 1947, Estados Unidos designó a Paul T. Culbertson como encargado de negocios en la embajada de Madrid, un rango inferior al de embajador pero que ya fijaba nuevos objetivos de relación internacional. Se comenzaron entonces a impulsar convenios relacionados, entre otros, con la industria cinematográfica; incluyendo estrenos, llegada de títulos o instalación de filiales de las grandes productoras norteamericanas que dominaban el mercado internacional (Paramount, Fox, Metro Goldwyn Mayer o Universal tuvieron una notable implantación en España).
- ¿Cuándo y por qué llegó Ava Gardner a España?
En la primavera de 1950 y para protagonizar el primer gran rodaje de aires hollywoodienses, Pandora y el Holandés Errante. En esos años, el departamento de Publicidad de la Metro Goldwyn Mayer estaba enviando unos 3000 retratos de Ava a la semana, firmados por un equipo de tres personas que trabajaban para imitar su autógrafo (en ese ránking, la actriz era la segunda más popular, después de Esther Williams). Ava, que mantenía una relación sentimental con Frank Sinatra, recibió la oportunidad de rodar en España por parte de la Metro y aceptó encantada la salir de Los Ángeles porque, en sus propias palabras, “en Hollywood las estrellas somos las únicas mercancías a las que nos dejan salir de la tienda por la noche”.
- ¿Cómo fueron los primeros y ajetreados meses de Ava entre Madrid y la Costa Brava?
Ava aterriza en Barajas antes de desplazarse hasta Gerona para comenzar el rodaje. En esos días, visita una finca y Mario Cabré torea para ella y otros asistentes en privado. Es la primera gran estrella de Hollywood que, sin ser consciente, empieza normalizar relaciones del espectáculo; un icono gigantesco en una España dictatorial, aislada, hambrienta y gris… siendo ejemplo de alguien que, en esas circunstancias, vive al límite.
- ¿Qué repercusión tuvo el affaire entre Ava y Mario Cabré y cuál fue la reacción de Frank Sinatra?
Desde los primeros días de rodaje, Mario y Ava se dejan ver juntos, él le escribe poemas, la llama por teléfono… Muchos años después la actriz reconoce haber mantenido un idilio con Cabré, pero en su biografía, lo tacha de pretencioso, ridículo y altivo. En esos días de Tossa, Cabré cuenta a la prensa: «Entre Ava y yo existe la muralla del desconocimiento del idioma. Los matices en nuestros diálogos se pierden.» Con los rumores creciendo, pero cargado de impostura, Frank Sinatra anuncia que llegará a Cataluña a comienzos de mayo de 1950. Ava Gardner solicita a Albert Lewin, el director, que esos días, recluya a Mario Cabré fuera del encuentro con el cantante. “Hay muchos trabajos de localización que necesitan la presencia de Mario. Lo ‘confinaré’ en la plaza de toros, en frente de las cámaras”, contesta Lewin a Ava Gardner para atender los deseos de la estrella. El 10 de mayo de 1950, Frank Sinatra aterriza en Barcelona y justifica que viene a pasar unos días de vacaciones. De inmediato va a buscar a Ava Gardner a la Costa Brava. El cantante, en las noches de reconciliación en Tossa, le advierte “si vuelvo a oír a hablar más de este tipo, lo mataré a él y a ti”, según cuenta el autor Flamini en su biografía sobre Ava Gardner.
- ¿Cómo saber más de la larga etapa de Ava en España?
Rodajes, hoteles, viviendas y decenas de anécdotas de Ava en España están descritos con maestría y excelente pulso narrativo por Marcos Ordónez en su acercamiento a la vida a la española de Ava en el ensayo “Beberse la Vida” (Aguilar, 2004). Sobre esta base documental resulta interesante ver (o volver a ver) La Noche que No Acaba (Isaki Lacuesta, 2010). Disponible en internet está “El Madrid de Ava” un mapa ilustrado que pespuntea los lugares donde la estrella se perdía, iluminaba o disfrutaba: Lhardy, la Mallorquina, la chocolatería San Ginés, el Café Comercial, la tienda de Loewe de la Gran Vía, Las Ventas o el Rastro.
Escrito por Paco Reyero (@ReyeroPaco), presentador del podcast semanal Atlantic Express en RNE, sobre la mutua influencia de España y USA. Ha sido corresponsal en el Oeste de Estados Unidos. Entre sus libros figuran títulos como Eastwood: Desde que mi Nombre Me Defiende o Sinatra: Nunca Volveré a Ese Maldito País.