Los guiños en español son cada vez más frecuentes entre los candidatos a la Casa Blanca, pero ¿son realmente eficaces para captar el voto hispano? El creciente peso en las urnas de la población hispana no parece reflejarse en un mayor uso de la lengua. El español marcará sin duda la agenda electoral en los próximos comicios, pero no será decisivo como instrumento de comunicación política.
Alrededor de un millón de hispanos alcanza cada año la mayoría de edad. Aunque ello no garantiza que estos votantes potenciales acudan finalmente a las urnas, tanto el aumento en la tasa de miembros de esta comunidad registrados para votar como su patrón de participación en otras citas electorales sugieren que 2024 puede ser el año en que el a menudo denominado «gigante dormido» de la política estadounidense despierte por fin con toda su fuerza, sobre todo en estados como Florida y Arizona, donde el voto hispano probablemente será crucial para decidir quién será el próximo inquilino de la Casa Blanca.
Las presidenciales de 2020 fueron las primeras elecciones en las que los hispanos conformaron la minoría étnica o racial más numerosa con derecho a voto. Unos 32 millones de hispanos fueron llamados a las urnas, lo que representa el 13,3% del electorado estadounidense. El porcentaje de hispanos mayores de 18 años ha experimentado un crecimiento progresivo desde los comicios del año 2000 y sitúa actualmente a esta comunidad por encima de la negra (12,5%), cuyo peso relativo apenas ha aumentado en ese mismo periodo, y de la asiática (4,7%).
En general, los hispanos tienen actitudes más positivas hacia el Partido Demócrata que hacia el Republicano y consideran que el primero se preocupa más por sus intereses y por captar su voto. Curiosamente, esta tendencia es mucho más marcada entre aquellos que tienen el español como lengua principal.
El español es una herramienta de comunicación política de primer orden desde que, en 1960, la que después sería primera dama, Jackie Kennedy, lo utilizara en un anuncio televisivo en apoyo a la candidatura de su marido. En los últimos años, no son pocos los políticos que se han animado a utilizar el español en sus campañas para intentar captar el voto hispano, que se considera decisivo en aquellos estados con mayor presencia de esta comunidad. No está claro, sin embargo, hasta qué punto el empleo del español por parte de los distintos aspirantes influye realmente en el sentido del voto latino. En una encuesta realizada por UnidosUS, solo el 61% considera importante que un candidato hable español y esta habilidad aparecía como la última en importancia en una larga lista. Por otra parte, el hecho de que solo el 13% de los hispanos registrados para votar tenga el español como lengua principal sugiere que el empleo de esta lengua por parte de los candidatos se está utilizando más como una declaración de intenciones en apoyo de medidas que favorezcan la representatividad política de la comunidad hispana que como un instrumento de comunicación propiamente dicho.
La orientación del voto latino y sus preferencias políticas también dependen mucho de cuál es su lengua principal. Los hispanos que tienen el español como lengua principal están más satisfechos con su vida que aquellos que tienen el inglés, y ello a pesar de que la percepción individual sobre su propia situación económica es más negativa. Los hispanohablantes latinos también están más a favor de controlar la posesión de armas o de limitar el derecho al aborto que los angloparlantes y tienen una visión más negativa sobre la marcha general del país. En asuntos como los matrimonios entre personas del mismo sexo, la aceptación de las personas transgénero o la libre disposición de anticonceptivos, la visión de los hispanohablantes es en general más conservadora que la de los angloparlantes. En cuanto al hecho de haber experimentado discriminación por pertenecer a ese grupo étnico, la diferencia entre unos y otros es prácticamente inapreciable.
Es difícil valorar hasta qué punto el uso del español por parte de los candidatos influirá en los resultados de las próximas elecciones presidenciales, pero una cosa es clara, y es que el votante hispano suele tener una actitud socialmente más abierta a medida que aumenta su integración lingüística en el crisol anglófono estadounidense. Este hecho orientará sin duda el contenido de los discursos de campaña dirigidos a este nicho del electorado que, sin embargo, cada vez considera menos importante saber español para definirse como hispano.
Escrito por David Fernández Vitores (@davidvitores0), doctor en Lengua Española y Literatura y politólogo experto en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales. Ha sido Investigador Principal en proyectos de gran difusión, como el “El valor económico del español” (financiado por Fundación Telefónica) o “El español en Marruecos” (MAEC, ICEX; AECID…). Su labor investigadora se centra en el estudio del valor estratégico y relativo del español y de las principales lenguas internacionales desde una perspectiva sociodemográfica, política y económica. En este ámbito, es autor de varios libros, entre ellos, La Europa de Babel, El español en las relaciones internacionales, La lengua española en Marruecos, La Europa multilingüe y Lengua y reconstrucción nacional en la CEI, y de numerosos artículos académicos y capítulos de libro. Desde 2010, es el encargado de elaborar y redactar el informe El español, una lengua viva, que publica todos los años el Instituto Cervantes y que se ha convertido en una referencia internacional para medir la presencia del español en el mundo.