Tony Podesta y su exmujer, Heather, son considerados dos de los principales lobistas demócratas en Estados Unidos. Su historia en los últimos dos años nos pinta un retrato doble. Por un lado, estos lobistas encarnan a la perfección uno de los vicios del lobbying norteamericano que más impacto está teniendo en la realidad política del país, y del que debemos huir si queremos que la función del lobby sea verdaderamente beneficiosa para la democracia. Por otro, cómo se están viendo azotadas las firmas de lobbying (especialmente las más asociadas al Partido Demócrata) durante la presidencia de Donald Trump, quien aseguró durante su campaña que se comprometería a cambiar la cultura que favorece al compadreo y las conexiones.
El cometido institucional ideal del lobista
Los lobistas en Estados Unidos nacieron en el siglo XIX bañados en corrupción, pero su misión se ha ido transformando con el paso del tiempo en una doble vertiente: la función institucional y profesional deseada para el correcto funcionamiento del sistema democrático y la función aledaña de fundraiser político.
Si el lobista medio en Estados Unidos se limitara hoy en día a cumplir con su función institucional básica, es decir, “la comunicación estratégica de información políticamente relevante a decisores en el ejecutivo y el legislativo”[1], éste sería lo que el profesor de Derecho Constitucional de Harvard, Lawrence Lessig, denomina un “subsidio” del policy-maker para llevar a cabo una mejor toma de decisiones. Los lobistas contribuyen a fundamentar los intereses privados de compañías y organizaciones de todo tipo con datos que miden su impacto económico y social, a legitimarlos a través de la gestión de coaliciones, y a explicarlos de manera operativa para facilitar el proceso de toma de decisiones.
En esta línea, Tony Podesta, ex presidente de una de las 10 firmas de lobbying más grandes por facturación, explicó en 2010 al New York Times la razón de ser de su actividad: “Los miembros quieren entender qué están haciendo. Nosotros mejoramos el proceso de toma de decisiones para que entiendan las consecuencias de lo que están a punto de decidir. La gente escribe borradores de legislación todo el tiempo y no piensa en cómo se aplica a las diferentes situaciones.”[2]
El arte de las Puertas Giratorias y del Fundraising: la perversión del sistema
Pero el modelo de lobbying norteamericano no se detiene aquí, sino que viene acompañado de una segunda realidad. El carácter Demócrata de la firma Podesta, y su conocida influencia en los entornos del Partido, no reside únicamente en la actividad institucional y profesional descrita. Para situarse entre las top 10 firmas por facturación Tony Podesta y los profesionales de su Grupo han tenido que trabajar intensamente dos elementos adicionales: contribuir a las campañas del Partido Demócrata y haber trabajado previamente en la Casa Blanca o el Capitolio.
Este trabajo de fund-raisers ha ido convirtiendo a los lobistas profesionales en verdaderos “proveedores” robándole de nuevo la expresión al académico Lessig. “Los lobistas se han convertido en el centro de una economía de influencia que ha cambiado la forma en la que opera Washington D.C.,” expresa literalmente el académico en su libro, “Republic Lost.”[3] Irónicamente, Donald Trump, el presidente que más daño está haciendo a las instituciones democráticas norteamericanas, está de acuerdo con Lessig. Y una de sus promesas durante la campaña electoral fue la de acabar con la influencia de los lobbies en Washington D.C. Una promesa que ha tratado de llevar a cabo, pero de manera irregular y sólo contra aquellos identificados con el entorno demócrata.
Los ataques de Trump y los medios conservadores a los Podesta y la dimisión de Tony
La historia comenzó cuando John Podesta, el hermano de Tony, fue nombrado jefe de campaña de Hillary Clinton en las Presidenciales de 2016. En el otoño de ese año, los correos personales de John fueron hackeados (los medios americanos lo atribuyen a los rusos) y publicados en Wikileaks. Muy pronto medios, blogs y otras plataformas conservadoras armaron una conspiración contra el asesor político acusándole sin fundamento alguno de pornografía infantil.
Poco tiempo después, en mayo de 2017, el ex director del FBI, Robert S. Mueller, fue nombrado investigador especial sobre la posible interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de EE.UU. de 2016. Mueller cita a dos firmas de Washington D.C. que supuestamente fueron contratadas por Manafort para asesorar a Victor Yanukovych, ex presidente de Ucrania y ex líder del Partido de Regiones pro ruso: Grupo Podesta y Mercury Public Affairs.
Toda esta información fue propagándose a través de los medios de comunicación a toda velocidad, desestabilizando por completo la reputación de los Podestas. La furia de la llamada alt-right (la extrema derecha norteamericana) se desató en reacción a varios tuits del propio Trump y de programas televisivos de Fox News, que pusieron a los Podesta en el epicentro de la investigación de Mueller. Así el Presidente reiteró en declaraciones al Washington Post su frustración con la investigación que estaba llevando a cabo éste, más centrada en sus ex asesores de campaña (Manafort & Gates) que en los Podesta: “Honestamente, tendría que estar mirando a los Demócratas, tendría que estar mirando a los Podesta y toda esa deshonestidad.”[4]
Los ataques pronto dieron sus frutos. Tony Podesta dimitió de su propia firma el 30 de octubre de 2017, tan pronto como se hizo pública la acusación de Mueller[5]. Su ex mujer Heather decidió cambiar, meses antes, el nombre de su firma, Heather Podesta + Partners, a Invariant[6].
En la web actual de Heather Podesta, Invariant, se enfatiza su carácter bipartisan con anuncios recurrentes sobre la contratación de Republicanos y la contribución a campañas de candidatos del partido conservador. Es el modus operandi de otras tantas firmas de lobbying en Washington D.C., que han tenido que equilibrar su asociación al entorno Demócrata ante la inesperada victoria de Donald Trump.
[1] Chapter 8. Implementing Nonmarket Strategies in Government Arenas. Business and its Environment. David P. Baron. 2013.
[2] Lobbyist Says It’s Not About Influence. Eric Lichtblau. The New York Times. 1 de julio de 2010
[3] Lawrence Lessig. Republic Lost. 2015. Twelve. Hachette Book Group
[4] The Rise and Fall of the Podestas. Roxane Roberts. The Washington Post. 13 de noviembre 2017
[5] Tony Podesta, key Democratic lobbyist, resigns from firm amid Mueller inquiry. Stephanie Kirchgaessner The Guardian. 30 de octubre, 2017
[6] Lobby firm Heather Podesta + Partners rebrands. Megan Wilson. The Hill. 29 de marzo, 2017
Escrito por Elena Herrero-Beaumont, socia y directora de Reputación & Stakeholders de Vinces. Abogada colegiada y periodista, Elena asesora a directivos de compañías en estrategias de reputación en entornos de no mercado (políticos, regulatorios y de sociedad civil). Es miembro del Consejo de Transparencia Internacional-España, miembro del Consejo Editorial de la revista ETHIC, colaboradora de la Fundación Compromiso y Transparencia y Autora del Blog Rincón de Transparencia en El Confidencial. Ha sido Directora de Medios Internacionales en Garrigues. Periodista de investigación en Estados Unidos. Coordinadora de Programas en el think tank de Joseph Stiglitz, The Initiative for Policy Dialogue. Investigadora visitante en el Departamento de Business Ethics de la Kellogg School of Management, Becaria Fulbright, Fellow de la Carnegie Corporation y la Knight Foundation y Becaria de la Fundación Rafael del Pino en el Workshop on Global Leadership. Licenciada en Derecho por la UCM y Máster en Periodismo por la Universidad de Columbia en Nueva York. Actualmente es candidata a doctorado en derecho constitucional en la UCM.
Puedes leer el artículo completo en el último número de la Revista Tribuna Norteamericana, publicación de difusión con base científica que recoge artículos relacionados con la política, la economía, la sociedad y la cultura de Estados Unidos, realizada por la Fundación Consejo España-Estados Unidos con la colaboración del Instituto Franklin-UAH. La presentación del número 27 de Tribuna Norteamericana se realizará el próximo 10 de octubre de 2018 en Casa de América.
Artículo completo: Los lobbies demócratas en la Era de Donald Trump. Escrito por Elena Herrero-Beaumont