El pasado 20 de julio falleció en su casa de Washington DC una de las periodistas más influyentes en la capital de Estados Unidos, Helen Thomas, la primera mujer que ocupó una silla en la sala de prensa de la Casa Blanca en 1961 y la misma que mantuvo hasta 2010, 50 años y 10 presidentes después.
Helen Thomas fue, en palabras del presidente Obama, una “verdadera pionera”. No sólo fue la primera mujer en acceder a la diminuta sala de prensa del edificio del Ejecutivo sino que fue la primera mujer en ser socia del National Press Club, la primera en ser miembro y presidente de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca y la primera en entrar en el prestigioso Club Gridiron, la asociación de periodistas más antigua de Washington DC.
Nacida en Kentucky en el seno de una familia de origen libanés, Thomas comenzó su carrera periodística en la United Press International (UPI) lugar donde llegó a ocupar el puesto de directora en su sede de Washington DC. Tras décadas entrevistando y alzando la mano ante los presidentes, vicepresidentes y portavoces de la Casa Blanca se incorporó al grupo Hearst. Su experiencia, tenacidad y trabajo le llevaron a ocupar la mejor silla de la sala, en la primera fila y en el centro, y el honor de ser siempre la primera en preguntar al comenzar la rueda de prensa hasta el año 2000, una concesión que los colegas que cubren la información de la Casa Blanca le otorgan a reconocidos periodistas.
Thomas tenía un carácter ácido. Sus compañeros de la Casa Blanca temían sus preguntas pero no más que los propios presidentes, desde Kennedy a Obama, que se pusieron delante de ella en el atril. En más de una ocasión preguntó cuestiones tabú o controvertidas pero siempre, sin importar la respuesta o la naturaleza de la pregunta, se la recordará por su eterno agradecimiento a cada respuesta con un sutil “Thank you, Mr. President” (Gracias, señor presidente).
La controversia y sus comentarios no siempre afortunados le jugaron malas pasadas, sobre todo en los últimos años de su carrera. En 2006 se le oyó comentar en una reunión de corresponsales que el presidente Bush “es el peor de toda la historia de Estados Unidos” y en 2010 tuvo que retirarse tras declarar que “los judíos deberían largarse de Palestina”.
Un comentario que dejó la silla de la primera periodista mujer con nombre y peso en el mundo del periodismo político vacía.