Este recién comenzado 2015 es un año de transición en la política estadounidense. No hay grandes comicios en el horizonte hasta finales del 2016. Sin embargo, la vida institucional no se detiene. En menos de una semana, el presidente Obama dará el que, presumiblemente, sea su penúltimo discurso como POTUS. El primer Diálogo Atlántico del año está dedicado a analizar los posibles retos para este curso político.
A finales de diciembre pasado me entrevistaron para la cadena COPE. Querían conocer, como resumen anual, qué aspectos habían sido los más significativos en la vida política, social y económica de Estados Unidos. Concluía la entrevista con una propuesta de temas a seguir para este 2015. Curiosamente, muchos de los asuntos que ya preocuparon en 2014, parece que volverán a estar de actualidad en el nuevo año. La diferencia más significativa entre un año y otro será el control de ambas cámaras que desde ya ejercen los republicanos en Washington. Algo que podría entorpecer, todavía más, la función legislativa federal, a pesar de que desde las propias filas del GOP se ha llamado a no cometer errores ni deslices durante este año. Los republicanos son conscientes de que, a pesar de no ser más que un periodo de transición, su control del legislativo será analizado minuciosamente, por lo que deberán demostrar su “bona fide” y actuar en consecuencia con el mandato legislativo que el pueblo les dio entregándoles la mayoría en ambas cámaras.
Según Gallup, las dos principales preocupaciones de los estadounidenses durante el 2014 fueron el gobierno –o más bien la parálisis gubernamental (“gridlock”)–, y la economía. Ambas fueron utilizadas por los republicanos para recuperar el control del Senado y aumentar su ventaja en la Cámara. Con el nuevo curso político, la preocupación por la política puede que quede relegada a un segundo plano: la figura de Obama se verá pronto eclipsada por los presidenciables del 2016. La economía, sin embargo, será una “patata caliente” tanto para demócratas como para republicanos. A pesar de las mejorías tanto en la confianza del mercado, la bolsa y el mercado de trabajo –junto a una baja tasa de desempleo–, todavía hay un 45% de la población que considera que la situación económica va a peor. Otros dos temas que demandarán atención serán la reforma de la “Affordable Care Act” (Obamacare) que quieren realizar los republicanos y que, de producirse, será vetada por el presidente, y la respuesta que dé el GOP a la decisión ejecutiva de Obama de evitar la deportación de cerca de 4,3 millones de ilegales.
Obama también se encuentra con dos grandes retos en este año. Por un lado, debe decidir pronto si rechaza o no la construcción del oleoducto “Keystone XL”. Hace unos días el Senado aprobaba su construcción con votos de ambos partidos. Los grupos ecologistas no han tardado en pedir al presidente que vete este canal de transporte de arenas bituminosas. La duda de Obama está en enfrentar el daño ecológico a los puestos de trabajo que se podrían crear y al incremento de la independencia energética del país –ayudada por el “fracking”. El otro tema es el restablecimiento de las relaciones con Cuba rotas desde 1961. Pese al viraje de la administración Obama con respecto a la isla, parece difícil que se pueda levantar el bloqueo comercial sin el senado. Y este no está dispuesto a ceder. Obama ha sido, en cualquier caso, muy astuto –a la vez que cauto–, con este tema. Cuba no será democrática de la noche a la mañana, pero mantener el anterior “status quo” hubiera eternizado el conflicto. Como decía al principio: con el nuevo año, se mantienen los viejos retos.