Hasta el momento se ha hablado mucho de la posible candidatura de Hillary, superado lo esperado, ahora la noticia es quién será su futuro adversario. La carrera se vuelve larga e intensa con las primarias en ambos partidos y con candidatos nuevos y carismáticos representativos del sueño americano y lo más auténtico de Estados Unidos.
Ante la falta aún de un candidato demócrata para las primarias, parece que en la opinión pública se salta un escalón convirtiendo a Hillary en la candidata demócrata por excelencia. ¿Quiénes están al otro lado? Por la parte republicana contamos con candidatos de todas las edades y procedencia, pero con perfiles muy distintos. Entre los candidatos preferidos encontramos a Marco Rubio, Scot Walker y Jeb Bush, que aunque aún no ha presentado su candidatura, se anticipa como uno de los preferidos y subirá el nivel dentro de los candidatos republicanos. Lo que sí podemos asegurar es que Hillary se enfrentará a un hombre.
Por sus orígenes, Marco Rubio estará presente en los medios por el proceso de acercamiento de Estados Unidos y Cuba. Esto le proporcionará una visibilidad privilegiada, pero también momentos para equivocarse y olvidarse de su sentido de Estado tan importante para cualquier futuro presidente de los EE.UU. Su historia de inmigrante hispano que llega de niño en un familia en busca de la prosperidad está a la orden del día y también le acerca al electorado. Junto a él otro candidato hispano es Ted Cruz, aunque más extremista que Rubio. Es el candidato más cercano al Tea Party, algo que le diferencia dentro de su partido y que ofrece mucho juego al proceso. Será él quien se posicione de manera más firme en temas como el matrimonio homosexual o el aborto.
Scott Walker, descendiente de granjeros sin respaldo ni dinastías, representa como Rubio los valores que sostentan la sociedad americana, la idea de que cualquier estadounidense puede llegar a ser presidente de su país. Sin embargo, para ello, el «fundraising» cuenta –y mucho, en la carrera hacia la presidencia. Es el candidato más firme contra Jeb Bush, considerado el hermano intelectual dentro del partido en comparación con su hermano. La asociación a este es también la asociación a todo el clan de los Bush. Sus posibilidades entre los republicanos aumenta por su papel conciliador y por supuesto, su respaldo es inigualable. Demasiado para la historia. Como dijo la propia Barbara Bush ya hemos tenido suficientes Bush en la Casa Blanca, titular del que luego se retractaría.
En definitiva, las apuestas hasta el momento se inclinan por un nuevo enfrentamiento Clinton-Bush. Según publicó recientemente el Pew Research Center a los republicanos no les importa que la dinastía Bush continúe (75%), igual que a los demócratas no les preocupa que hubiera una continuación de la saga Clinton (88%). Y es que a los americanos les gustan las sagas, el show en sus televisores y en su vida misma. Les encantan las grandes familias de la política, la dinastía. Estas grandes familias cuentan con amplias redes que controlan el poder, fundamental en la campaña, pero no lo único. En las primarias republicanas nos encontramos ante una dicotomía: la victoria del sueño americano o la de las dinastías. Ambas opciones emocionantes para entrar en carrera presidencial. ¡Que continúe el show!