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The National Comic-Book Day

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El 25 de septiembre de cada año los amantes del cómic en los Estados Unidos tienen la ocasión de conmemorar el National Comic-Book Day, un día dedicado a  celebrar un medio que, desde hace ya muchas décadas, ha constituido como forma de entretenimiento muy ligada a la sociedad norteamericana. No en vano, Milton Caniff, uno de los autores más importantes de los cómics de prensa norteamericanos, decía que el cómic, junto con el jazz, es una de las expresiones artísticas autóctonas de los Estados Unidos. Aunque el país de origen del cómic es todavía hoy en día objeto de debate, es cierto que este medio alcanzó su máximo esplendor como medio masivo cuando fue introducido en los periódicos estadounidenses a finales del siglo XIX. La audiencia de las series más importantes del cómic de prensa alcanzó cifras en torno a los cuarenta millones de lectores diarios en los años dorados del medio, desde poco antes del inicio de la Gran Depresión hasta finales de los años cincuenta. Muchos norteamericanos compraban el periódico solamente para seguir las andanzas de sus personajes preferidos, tal y como recogen muchas de las encuestas Gallup de la época, por lo que los editores, a la hora de fijar el contenido del periódico, le daban mucha importancia a las series de cómic que incluían en sus páginas.

Dado ese gran interés del público, el siguiente paso lógico es crear una publicación dedicada exclusivamente a la publicación de cómics. Sin embargo, por diferentes circunstancias, este hecho no se produjo hasta el año 1933, cuando aparece una cabecera llamada Famous Funnies, dedicada exclusivamente a la reimpresión de alguna de las series más populares publicadas anteriormente en la prensa. El éxito de esta serie llevará a la publicación de nuevas colecciones dedicadas, en primer lugar, a la publicación en ese nuevo formato de historias ya publicadas en los periódicos para, posteriormente, y dado el éxito de estas colecciones, empezar a publicar historias creadas ya específicamente para ser publicadas en forma de comic-book. Esta denominación, que viene simplemente de la idea de que es un libro dedicado a la publicación de cómics, hace referencia a un cuadernillo grapado de unos 17 cm x 26 cm, con un número de páginas variable, pero generalmente oscilando entre las 32 y las 64, que será, durante muchos años, junto con los periódicos el formato de publicación más utilizado para los cómics estadounidenses.

El tema del formato no es algo carente de importancia cuando nos referimos al comic-book. Walter Benjamin en su ensayo “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” decía que el medio de reproducción condiciona el contenido de una obra artística. Esta afirmación, aplicada al mundo del cómic, adquiere una especial relevancia en lo que se refiere al modo de presentación de sus publicaciones. A lo largo de la historia, generalmente debido a condicionantes industriales y sociales, cada país ha venido adoptando un formato diferente para la publicación de sus cómics. En Estados Unidos, el formato predominante, y único durante mucho tiempo si nos referimos al cómic publicado fuera de la prensa, es el comic-book. Si la afirmación de Caniff referente al cómic como forma de arte específicamente estadounidense puede ser discutible, parece bastante menos debatible la condición del comic-book como formato genuinamente americano, condicionando la creación artística, ya que las historias tenían que ajustarse a sus características técnicas, incluyendo aspectos como número de páginas, periodicidad o calidad de reproducción.

Cuando se hace referencia al comic-book en los Estados Unidos, un lector no iniciado probablemente lo asociará inmediatamente con el cómic de superhéroes. Sin embargo, esta asociación no es totalmente precisa desde el punto de vista histórico. En los primeros años del comic-book, la variedad de géneros que se encontraban en las páginas de un cómic era tan variada como la que existía en el cine y la literatura popular de la época: había romance, comedia, terror, ciencia ficción y, también, obviamente, superhéroes, un género desarrollado específicamente dentro del comic-book. El éxito del cómic de superhéroes fue enorme durante los años de la Segunda Guerra Mundial, debido a la necesidad de héroes del pueblo norteamericano, pero decayó considerablemente tras la victoria aliada en el conflicto. Sin embargo, el resto de géneros siguió existiendo y las ventas de los comic-books no decayeron con el ocaso del superhéroe. Fue a partir de los años sesenta, cuando diferentes condicionantes hicieron que el cómic de superhéroes se convirtiera en el más importante en el mercado norteamericano, hasta convertirlo, prácticamente, en un medio de un solo género. Entre estos condicionantes, uno de los más importantes fue la publicación en el año 1954 del libro The Seduction of the Innocent escrito por el psiquiatra Fredric Wertham, que señalaba al cómic como la causa principal de la delincuencia juvenil en los Estados Unidos. La tesis de Wertham tuvo una enorme repercusión originando el equivalente a la caza de brujas para la industria del cómic que trajo como resultado final la creación de un código, el famoso Comics Code, que delimitaba los contenidos de los comic-books para hacerlos adecuados para la infancia. La necesidad de contar historias aptas para todos los públicos, apoyada por la aparición tremendamente exitosa de Marvel Comics a principios de los sesenta, convirtió al cómic de superhéroes en el medio preferido por la industria del cómic para publicar sus historias sin contravenir las normas del código.

Hoy en día, el panorama ha cambiado sustancialmente. El auge del cómic underground e independiente a finales del siglo XX que culminó con el nacimiento de la novela gráfica, proporcionó a los autores de cómic un lugar donde publicar sus historias, sin necesidad de que estas tuvieran que estar ceñidas a los condicionantes temáticos e industriales asociados al género superheroico. Esta transformación trajo como consecuencia un panorama donde se puede encontrar una gran variedad de géneros publicados en diferentes formatos como el de álbum europeo o en formatos más cercanos al del libro tradicional, como sucede en la ya mencionada novela gráfica. Sin embargo, esta transformación no ha hecho desaparecer el comic-book como formato específico de los Estados Unidos, sino que lo ha abierto a incluir entre sus páginas historias de todo tipo de género y dirigidas a todos los públicos, sin necesidad de ceñirse al público infantil, lo que ha proporcionado una enorme madurez al medio. Por ese motivo, la celebración cada 25 de septiembre del National Comic-Book Day en los Estados Unidos por parte de los amantes de esta forma de expresión, tiene hoy en día una doble vertiente, por un lado la conmemoración desde un punto de vista histórico de un producto genuinamente norteamericano y, por otro, la celebración del momento actual donde el panorama del cómic está en uno de sus momentos más brillantes en lo que se refiere a su calidad y reconocimiento artístico.

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