En el año 2018 la figura del superhéroe cumplió 80 años desde su nacimiento. 80 años en los que su presencia ha sido constante en el imaginario de los Estados Unidos, culminando en la explosión derivada de la profusión y del éxito de las películas de superhéroes en los últimos años. Hay muchos motivos que explican la importancia del superhéroe en la cultura americana que se pueden resumir en la afirmación realizada por diversos autores a la hora de estudiar esa figura que consiste en definir al superhéroe como una mitología americana.
Desde su creación los superhéroes se han caracterizado por ser personajes visualmente atractivos, con una fuerte carga icónica y arquetípica, pero, en cierta manera, planos y vacíos. Esto que puede sonar negativo ha permitido a estos personajes una capacidad infinita para la reinvención y la apropiación que ha sido clave para su supervivencia y su éxito a lo largo de las décadas. Ese carácter vacío ha permitido a los autores llenarles de contenido en cada momento. Un contenido que, como los relatos de sus antecesores de las mitologías clásicas, servían para contar historias que respondían a las preocupaciones de los receptores de esos relatos en cada momento –fueran lectores o espectadores– y que les proporcionaban no solo entretenimiento –cosa que no se debe desdeñar–, sino también la capacidad para reflexionar sobre sus problemas.
De esta manera, las historias de superhéroes siempre estaban apegadas a los problemas propios de cada época. Así en los años 30 Superman luchaba contra las injusticias sociales derivadas de la Gran Depresión, en los 40 el Capitán América golpeaba a Hitler en la portada de su primer número, en los 60 los X-Men reflexionaban sobre los prejuicios raciales y en los 70 Spiderman se enfrentaba a los problemas derivados del consumo de drogas. Y así podríamos seguir hasta más recientemente cuando el propio Spiderman, inmediatamente después del 11S, afronta las consecuencias del ataque a las Torres Gemelas.
Evidentemente, como sucedía con los dioses de otras mitologías, el superhéroe no muestra ninguna solución definitiva a ninguno de estos problemas. Pese a su carácter todopoderoso no es capaz de proporcionar al ser humano ninguna salvación definitiva, pero sí tiene la capacidad de incluir en sus historias elementos que permitan al lector reflexionar sobre los diferentes problemas a los que se enfrenta la sociedad en cada momento y, sobre todo, de transmitir el mensaje de que está en su mano encontrar la solución a todos estos males.
Con las librerías cerradas todavía está por ver cómo el superhéroe se enfrenta al coronavirus. Pero David Rubín ya se ha adelantado con una historia de Superman publicada online donde reflexiona sobre este tema. Ciertamente, siguiendo la tradición ya mencionada, no tiene sentido pensar que Superman pueda vencer al virus y encontrar una solución para toda la humanidad, pero sí puede servir para hacernos reflexionar sobre uno de los males que nos puede dejar una pandemia como la que estamos viviendo: la intolerancia derivada del miedo.
Es bastante probable que, al menos durante un tiempo, una de las consecuencias de la pandemia sea el miedo que puede dar como resultado que ese distanciamiento social que nos tocará vivir se convierta en un distanciamiento emocional o, lo que es peor, en un aislamiento de determinadas personas que pensemos que tienen más probabilidad de estar contagiadas, precisamente por la realización de unas labores que nos han garantizado nuestra supervivencia en estos tiempos de confinamiento. De nuevo el superhéroe, en este caso a través de la historia de Rubín, no soluciona este problema que tendremos que solucionar nosotros, pero sí nos sirve para reflexionar sobre el mismo y, sobre todo, nos lanza un mensaje clave: “la empatía es el superpoder más importante”. Un mensaje sencillo, pero fundamental para combatir ese problema del alejamiento emocional al que nos estamos enfrentando en estos momentos y nos seguiremos enfrentando en los próximos meses.