La singularidad del contexto pandémico y un Washington blindado y militarizado mediatizaron aún más si cabe el evento político más esperado en el ámbito nacional e internacional. El 46º presidente de los Estados Unidos tomaba posesión de su cargo en un estipulado 20 de enero y tomando el relevo de un expresidente ausente y desconforme. Los temores a que grupos radicales pudieran intervenir en la ceremonia extremaron las precauciones de seguridad y permitieron que todo siguiera según la tradición: juramento sobre la Biblia, canto del himno nacional, flores sobre la tumba del soldado desconocido, primera vez en el despacho oval con primeras órdenes ejecutivas… y todo cargado de simbología y de mensajes directos que hacían un llamamiento a la unidad del pueblo norteamericano. ¿Qué hubo de diferente en este 20 de enero del 2021?
Unidad, diversidad y pluralidad
La ausencia del presidente Trump fortaleció la imagen de tres expresidentes unidos apoyando a la nueva administración. Clinton, Bush y Obama estuvieron más presentes que en anteriores ocasiones, sobre todo Obama que acaparó quizá más instantáneas que otras figuras como el saliente del cargo vicepresidente Pence. Un hecho que habría favorecido más a la unidad reclamada por los demócratas.
De hecho, lo más difundido en las redes fue la imagen de Obama saludando a Harris con gesto de complicidad y en una victoria por la multiculturalidad. En la misma sintonía se encontraba la lectura del poema The Hill We Climb de una invitada especial, la joven afroamericana Amanda Gorman. Así como la canción interpretada por Jennifer López y sobre todo sus palabras en español dirigidas a los latinos, a los inmigrantes y de nuevo, a la unidad del país. Gestos todos cargados de un manifiesto tinte femenino y multirracial.
Rompiendo barreras
Sin duda la gran protagonista del día por consenso mediático fue la vicepresidenta Kamala Harris. Tanto por la singularidad del momento «primera vicepresidenta de primeras veces» -primera mujer, primera asiática, primera afroamericana- como por su actitud, energía e ilusión contagiosa. Juró su cargo con Sonia Sotomayor, jueza del Tribunal Supremo. Más paridad, más igualdad.
Harris irradiaba una especial energía, seguridad y protagonismo más propios de un presidente. Todo llegará. Porque Harris, en gran parte debido a la edad del presidente Biden, no será una vicepresidenta al uso cuya principal función es la de ser sustituto del presidente. Como vicepresidenta, a ella se le encomendará la labor de unir al pueblo, en primer lugar.
La gran esperanza del multilateralismo
En su primera firma en el despacho oval el presidente Biden comenzó cumpliendo algunas de sus promesas electorales a golpe de órdenes ejecutivas. Algunas de ellas relacionadas con la lucha contra la pandemia y otras, con objeto de frenar algunas de las acciones de su antecesor como la construcción del muro con México. Un modus operandi que precisamente no apela a la unidad sino a las formas anteriores y a la confrontación con la anterior Administración Trump.
Para respiro de muchas potencias occidentales, empezando por las europeas, desde el primer día se ha corroborado la vuelta al multilateralismo. Por lo menos en cuanto a las formas. La vuelta al Tratado de París en relación al cambio climático o la OMS, así como el levantamiento de veto de algunos Estados musulmanes, siguen la línea de aproximación multilateral esperada de Biden. Todos golpes de efecto y por el momento, una carta de presentación cumpliendo expectativas de lo que será la próxima administración.