UNA SEMANA INTERNACIONAL INTENSA
Una reunión “sin hostilidades y constructiva”: así empezaba un encuentro en el que había muchos temas que abordar y dos experimentados líderes cara a cara.
No era la primera vez que Biden y Putin se reunían. Ya se habían visto en 2011 cuando Biden era vicepresidente. Tanto Vladimir Putin como Joe Biden acudieron a la Ville Le Grange directamente después de aterrizar. Putin sorprendió a todos con su inusual puntualidad (a Obama le hizo esperar en una ocasión 40 minutos y con Merkel la espera se alargó hasta 4 horas). El hecho de que la reunión se celebrara y que lo hiciera en tiempo y forma supuso, no solo una buena señal, sino también un logro. Si bien no se esperaba que saliera ningún gran acuerdo, sí que se tenía esperanza de dar pequeños pero significativos pasos hacia la normalización de las relaciones.
Lo que para Putin no ha sido una semana en absoluto intensa en lo diplomático, para Biden suponía el esprint final de su gira internacional de cumbres de alto nivel que han tenido lugar estos días de junio: la Cumbre del G7 en Reino Unido, la Cumbre de la Unión Europea y la Cumbre de la OTAN. El presidente suizo Guy Parmelin, flanqueado por Biden y Putin, dio ante las cámaras un pequeño discurso de bienvenida a la “ciudad de la paz” antes de dar acceso a sus invitados puertas adentro. Antes de entrar les preguntaron a los asistentes si creían que podrían alcanzar algún tipo de acuerdo y cuáles eran sus expectativas respecto a la reunión, sin embargo ninguno de ellos respondió en los breves momentos en la escalinata de acceso a la villa. La primera foto que se pudo ver del encuentro fue la de Biden y Putin sentados en la biblioteca de la villa, acompañados por Anthony Blinken (secretario de Estado) y por Sergei Lavrov (ministro de Exteriores).
Durante horas no se supo nada de lo que se estaba discutiendo puertas adentro. Se estimaba a que la reunión duraría de cuatro a cinco horas; en caso de durar más, se habría interpretado como una buena señal, como signo de que se estaban abordando numerosos temas de interés mutuo. Las expectativas eran limitadas y no se esperaba que salieran acuerdos de calado de esta reunión, sin embargo ha servido para que los dos grandes líderes se sentaran y trazaran unas líneas rojas que ni la Casa Blanca ni el Kremlin tolerarán cruzar y que de alguna manera marcarán las relaciones venideras. Varios analistas señalaban que este tipo de reuniones tienen lugar cuando Estados Unidos tiene un especial interés en rebajar tensiones y acercar posturas, tal como hizo Ronald Reagan y su homólogo ruso Mijaíl Gorbachov en Ginebra en 1985 en una reunión que marcó el final de la Guerra Fría. Controlar las armas nucleares es uno de los intereses principales de EE. UU., pero al mismo tiempo también busca poner cierto coto y controlar la política beligerante de Putin en el mundo.
En este caso, Estados Unidos, y particularmente Biden, quiere recuperar la agenda multilateral del orden internacional que se ha visto debilitada bajo el mandato anterior y normalizar relaciones con Rusia en lo que respecta a intereses comunes para, de alguna manera, aliviar la tensión actual. Aun con esta premisa clara, Biden ya avisó en sus primeros días en la Casa Blanca que “los días en los que Estados Unidos pasaba por alto las agresiones indirectas de Rusia se habían terminado”: todo un aviso y una línea roja para con las relaciones con Rusia marcada ya desde el principio.
LAS CONCLUSIONES DE LO DISCUTIDO
Tanto Biden como Putin marcaron desde un primer momento sus posiciones y dibujaron sus líneas rojas de cara a la relación en los próximos años. Pero no todo fueron tensiones. De hecho, como dijo Putin, fue una reunión “sin hostilidades” y, como luego confirmó Biden, se trató de llegar a “acuerdos constructivos”.
En definitiva, se confirma lo que se esperaba que podía pasar en Ginebra; si bien ha sido un momento importante por el alto nivel de la reunión, no se han alcanzado grandes acuerdos, pero sí se han desatascado asuntos que precisaban ser abordados:
- Ambas partes acordaron comenzar consultas entorno a cuestiones de ciberseguridad, un tema sensible para Rusia quien sigue negando las acusaciones de estar dando apoyo a los ciberataques que han tenido lugar a nivel global.
- Se alcanzó un acuerdo tal como se esperaba para devolver a los embajadores a sus respectivos puestos en Moscú y Washington, algo que tendrá lugar en los próximos días. Los embajadores fueron retirados hace unos meses de su puesto tras el enfriamiento de las relaciones y el aumento de la tensión por diversos temas.
- Se acordó poner en marcha consultas para reemplazar el último tratado restante entre los dos países que limita las armas nucleares y dar comienzo al nuevo tratado START lll, donde el interés estadounidense va aún más lejos, buscando llevar a China a la mesa de negociaciones con la ayuda de Rusia.
Escrito por Luis Valer del Portillo (Zaragoza, 1993), graduado en Historia por la Universidad de Zaragoza. Ha realizado estudios de posgrado y master en Barcelona y Madrid, habiéndose especializado en geopolítica y asuntos internacionales de seguridad y políticas de defensa, con especial enfoque en Europa y su vecindad. Twitter: @ValerPortillo/@geopol21