“Narrativa mediante secuencia de imágenes dibujadas”. Esta es la definición de cómic que Javier Coma enuncia en su obra Del Gato Félix al Gato Fritz. Historia de los Cómics en el año 1979. Por su parte, Scott McCloud, en Entender el Cómic, obra publicada en 1993, define el medio de la siguiente manera: “Ilustraciones y otro tipo de imágenes yuxtapuestas en secuencia deliberada, con el propósito de transmitir información y obtener una respuesta estética del lector”. Ambas definiciones han sido tradicionalmente discutidas, ya que parece claro que la riqueza del medio hace que ninguna sea capaz de englobar todas las obras que hoy entendemos que forman parte de la historia del cómic y, de la misma manera, también es evidente que hay obras artísticas que no son cómic y que, sin embargo, encajan perfectamente con cualquiera de las dos definiciones.
Lo interesante es que ambas descripciones ponen el foco en el aspecto visual del cómic. Según Coma, es la secuencia de imágenes la que establece la narrativa. Por su parte, McCloud nos dice que las imágenes son las que transmiten la información en un cómic y que, a partir de ellas, el lector obtiene una respuesta estética. El cómic, ese medio del que tradicionalmente se ha dicho que es un híbrido entre el texto y la imagen, encuentra la clave para formar su significado, según ambos autores, en el segundo de sus elementos constitutivos. En realidad, este papel central de la imagen es algo en lo que la mayor parte de teóricos están de acuerdo.
Sin embargo, si realizáramos un estudio estadístico de las publicaciones académicas dedicadas al estudio del llamado noveno arte, probablemente nos encontraríamos con que la cuestión visual no es el aspecto que se ha tratado con mayor profusión. Esto tiene una explicación. El cómic no existe como disciplina académica per se y, paulatinamente, se ha ido introduciendo mayoritariamente en los departamentos relacionados con el ámbito de las humanidades, en los que el análisis textual es una parte importante de la formación académica. No es extraño, por tanto, que muchas herramientas de este tipo de análisis se hayan utilizado de forma generalizada para el estudio del cómic. De hecho, muchas veces en estos análisis los estudiosos se refieren a los cómics analizados como textos. Es cierto que también existen académicos dedicados al cómic con formación en Comunicación Audiovisual que aplican metodologías propias del estudio de la imagen, pero no son mayoría. E incluso en estos casos, en muchas ocasiones, se acaba haciendo referencia al lenguaje del cómic.
Por ese motivo, el hecho de que Congreso internacional de investigación sobre cómic, el cual se celebrará el próximo mes de noviembre en el Instituto Franklin-UAH en colaboración con la Cátedra ECC-UAH de Investigación y Cultura del Cómic, lleve como subtítulo Perspectivas desde la Cultura Visual, supone precisamente una contribución de gran importancia para poner en el primer plano del estudio académico sobre cómics la relevancia de la cultura visual en el desarrollo del medio, especialmente en estos tiempos en que la imagen tiene un papel central en el ámbito de la comunicación.
Este foco en lo visual no debería ser, sin embargo, una limitación para que puedan participar todos los académicos cuya labor esté relacionada con los estudios de cómic. Tanto para aquellos que afrontan el análisis del medio desde el marco metodológico de la cultura visual como para aquellos que hasta ahora no lo trataban desde esta perspectiva, este congreso se trata de un foro que les permitirá enriquecer su trabajo al poner el foco en la imagen, algo que parece lógico, pero que no siempre obtiene la atención que merece. Con esta idea, esperamos veros a todos en Alcalá el próximo mes de noviembre.