Por todo Estados Unidos hay comunidades donde la música tiene sonido caribeño o norteño, los restaurantes sirven empanadas, tacos, o arroz con pollo, y el idioma hablado en casa es el español. Aunque la presencia española en los Estados Unidos empezó mucho antes de la llegada de los puritanos ingleses a Massachusetts –la ciudad colonial de San Agustín (Florida) fue fundada por Pedro Menéndez de Avilés en 1565–, la inmigración ha sido la causa del reciente aumento de hispanohablantes. Los hispanos pasaron de ser el 4% en 1965 al 18% en 2015, y se predice que llegarán a ser el 24% de la población estadounidense en 2065. Hoy en día, el español es hablado por 37.5 millones de habitantes de los EE.UU., un 62% de los que hablan una lengua aparte del inglés. A diferencia de hace una generación, hoy en día el español no sólo se habla en los estados fronterizos con México o los estados con tradición de acogida de inmigrantes como Nueva York, Illinois o Nueva Jersey, sino que se habla en los 50 estados. ¿Llegará un día en que Estados Unidos se vuelva un país bilingüe?
No es la primera vez que un idioma aparte del inglés esté tan extendido en la sociedad americana. De hecho, el alemán se hablaba tanto en las calles de Filadelfia –cuna de la declaración de independencia y de la constitución del país–, que el mismo Benjamín Franklin llegó a declarar que “Al no ser que se cambie cuántos lleguen al país, serán tan numerosos que aún con todas las ventajas que tenemos, no podremos conservar nuestro idioma. Nuestro gobierno también estará en riesgo”. Franklin se refería al alemán, pero actitudes similares de rechazo de idiomas aparte del inglés han estado presentes a través de la historia del país. Incluso el presidente Theodore Roosevelt llegó a decir: “tenemos sitio sólo para un idioma aquí, y ése es el inglés”.
Esta ideología de dominación del inglés provocó que a muchas generaciones se les prohibiera hablar sus lenguas nativas en las escuelas públicas, y que en general los nietos no hablen el idioma de sus abuelos. En muchas partes, se sigue fomentando que los inmigrantes muestren su patriotismo a través del monolingüismo y que abandonen sus lenguas de herencia. De hecho, hoy en día se prohíbe la educación bilingüe en estados como California y Arizona, y hay estatutos que legislan el inglés como idioma oficial en más de 30 estados, aunque nunca se haya declarado un idioma oficial a nivel nacional. Cuando Vanessa Ruiz, en su primer día como presentadora del canal 12 de Phoenix (Arizona), pronunció algunos toponímicos locales con la pronunciación original española, también usada por los hispanos de su mercado, el número de televidentes que se quejaron fue tal que al día siguiente dedicó unos minutos a explicar por qué a ella le parecía importante usar esa pronunciación. Frases creadas del español como “no problemo”, generalmente pronunciadas exageradamente y usadas en contextos de burla, también debilitan el prestigio de la lengua española en la esfera pública. No es de extrañar que hoy en día se sigue sustituyendo la mayoría de los idiomas de herencia por el inglés en tres generaciones –y a veces hasta en dos.
Sin embargo, hay algunas tendencias que contrarrestan esta tendencia al desplazamiento. La mayor renovación del español la han proporcionado los nuevos inmigrantes procedentes de países hispanohablantes. Todo parece indicar que esta inmigración seguirá, si bien disminuida. También, el número de estudiantes de español como segunda lengua sigue aumentando, convirtiendo al español en la lengua de estudios del 70% de los estudiantes de secundaria, a pesar de las políticas curriculares descentralizadas que en su mayoría dan poca importancia al estudio de idiomas. Más significativa es la reciente tendencia por parte de los hispanos de segunda, tercera, y hasta cuarta generación de mostrar interés en mantener el español. Muchos lo consideran parte de su identidad, importante no solo para mantener lazos familiares sino también por la percepción de ventaja en el mercado laboral de ser bilingüe. El aumento de programas de español para estudiantes de herencia, diseñados para fomentar sus habilidades menos desarrolladas y realzar sus considerables destrezas lingüísticas, son otra fuente de apoyo para el español.
Con todas estas tendencias, a las que podemos sumar la creciente importancia económica y política de los hispanos, quizás el español en Estados Unidos pronto no sea visto como una amenaza a la unidad forjada por el inglés. ¿Podría el español verse como una herramienta global de comunicación con los más de 400 millones de hablantes nativos del mundo hispánico? ¿Podría convertirse en el primer idioma con el que se demuestre que no es incompatible ser bilingüe con ser americano?
Escrito por Isabel Kentengian, profesora de español en The College of New Jersey. Además de enseñar clases de español para estudiantes bilingües de herencia, imparte clases de español para usos médicos, la realidad contemporánea hispana expuesta en los medios comunicativos, y un seminario interdisciplinario sobre inmigración. Su trabajo de investigación actual se centra en las ideologías lingüísticas y posturas de identidad de hablantes hispanos en contextos de interacción.