Cuando se discute sobre la pertinencia de la educación bilingüe en comunidades monolingües, o incluso en las ya bilingües (para quienes estos programas adquieren un carácter de trilingüe), una de las preguntas que se suele hacer de forma más recurrente es cuál es el objetivo de tales programas. Es decir, que por qué hay que realizar un esfuerzo considerable en los centros educativos para introducir una lengua que no es la lengua social y oficial.
Son varias las razones que se manejan para justificar todo este esfuerzo. En primer lugar, la existencia de una política supranacional común que emana de la Unión Europea y que aspira a que entre sus Estados miembros se facilite el intercambio de bienes e ideas, para lo que se marcan objetivos lingüísticos a corto y medio plazo entre los que se incluye que sus ciudadanos puedan manejar varias lenguas. En segundo lugar, encontramos las circunstancias particulares de un país dado. Así, si los resultados en la enseñanza de idiomas no son los apetecidos[1], como en el caso de España, aparece la necesidad de diseñar políticas educativas para hacer variar la situación mediante la mejora de alguna de las variables responsables de ese déficit en la adquisición de lenguas extranjeras.
En la actualidad, el bilingüismo, o más concretamente, el multilingüismo y el plurilingüismo, se ha convertido en uno de los objetivos de la agenda política de la Unión Europea y, en el caso de España, de todas sus Comunidades Autónomas, quienes se encuentran de una u otra forma inmersas en la implantación de programas de enseñanza bilingüe.
Llegados a este punto, es necesario que revisemos algunos de los conceptos clave, ya que manejamos términos como bilingüismo, multilingüismo, plurilingüismo, etc. y debemos hacerlo con una cierta propiedad. “Bilingüismo” es, técnicamente, la capacidad para expresarse en dos lenguas de forma más o menos equiparada. También conocido como bilingüismo equilibrado o natural, se basa en que la adquisición de ambas lenguas se ha conseguido generalmente a través de la exposición simultánea, en términos de cantidad y calidad, a ambas lenguas.
¿Qué es “multilingüismo” entonces? Se puede definir como la capacidad de las personas para utilizar más de una lengua como forma de comunicación, aunque es un término que se refiere mayormente al número de lenguas pero no a la distinta competencia que se tenga entre ellas. ¿Y qué hay de nuestro “plurilingüismo”? Aunque etimológicamente su significado sea similar a multilingüismo, se utiliza para añadir un componente multicultural adicional al uso de la lengua, así, el hablante plurilingüe no solo es capaz de comunicarse en varias lenguas sino de hacerlo correctamente en términos culturales.
En los programas de educación bilingüe, sin embargo, el objetivo no es alcanzar un bilingüismo natural o equilibrado, puesto que el alumnado no se encuentra expuesto a dos lenguas en los mismos términos de cantidad y calidad. Aunque podemos mejorar la calidad mediante la instrucción efectiva en el aula, las horas de exposición a la lengua extranjera son mucho menores si las comparamos con la exposición a la lengua materna. Por tanto, es imposible que nuestro alumnado consiga ser bilingüe, puesto que no cuenta con las necesarias horas de exposición natural a la segunda lengua. Lo que sí intentamos conseguir es un tipo de bilingüismo conocido como funcional o aditivo, en el que el domino de una lengua es claramente preponderante sobre el otro.
Por otra parte, y para finalizar, si se ha optado por este tipo de modelo educativo no ha sido por una mera cuestión de novedad, sino porque a lo largo de los años, muchas décadas en el caso de algunos países como Canadá (no hay que olvidar que los programas de educación bilingüe deben mucho a los programas de inmersión lingüística de este país) y Finlandia en el pasado, y Holanda y Austria más recientemente, se ha demostrado como una forma eficaz y de un coste económico no demasiado alto en términos globales. De Corea a Malasia, de los Emiratos Árabes Unidos a Europa o de Méjico a Argentina, la enseñanza de contenidos haciendo uso de otra lengua ha conseguido y está consiguiendo resultados corroborados de forma extensa por la investigación científica, y se ha convertido en una alternativa educativa atractiva para ser llevada a la práctica.
[1] Véase, por ejemplo, el Eurobarómetro 237-Wave 63.4: Europeans and Languages. Comisión Europea. 2005. pág. 3; así como el Eurobarómetro especial 386 de 2012.
Escrito por Víctor Pavón, profesor titular en la Universidad de Córdoba, donde enseña en las áreas de metodología de la enseñanza de lenguas y educación bilingüe, donde también codirige el Máster Oficial Europeo de Estudios Ingleses Avanzados y Educación Bilingüe. Su labor investigadora se centra sobre todo en el campo del bilingüismo educativo, en particular en lo que concierne a la evaluación de programas bilingües y en la verificación de resultados de aprendizaje. Asimismo, es miembro de la Mesa para la Acreditación Lingüística de la CRUE (Conferencia de Rectores de Universidades Españolas).