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Urgente: se necesita traductor

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En contextos de crisis es esencial que la población entienda la información relevante a la emergencia, que puede incluir alertas y advertencias, así como directivas sobre diferentes acciones e información sobre la respuesta y la asistencia, ya que sin una comunicación eficaz la población quedará abandonada a su suerte, sin entender instrucciones y aumentando la sensación de ansiedad o incluso el temor público. La comunicación eficaz durante una crisis es estratégicamente importante (Seeger 2006; Fischer 2006; Organización Mundial de la Salud 2012) y las competencias lingüísticas y culturales insuficientes limitan el acceso a la información relacionada con las crisis y su comprensión (Nsiah-Kumi 2008). Cuando hay una falta de comunicación, se produce un abismo y mucha falta de información. En los entornos multiculturales, de por sí la comunicación suele ser difícil, pero en las situaciones de emergencia, en las que suele prosperar el caos, las líneas de comunicación claras, precisas y accesibles se vuelven aún más complejas y los puentes para ayudar a que la comunicación fluya se vuelven esenciales. En ese contexto, el papel del traductor o del intérprete puede llegar a salvar vidas y, de hecho, gracias a los traductores, los científicos e instituciones, entre otros, pueden disponer de información internacional o en otras lenguas traducida al español de modo rápido y eficaz.

En la actualidad, nos enfrentamos a una crisis global sin precedentes, la COVID-19. Han surgido fortalecidos el papel de muchos profesionales, especialmente los sanitarios, pero también los científicos, los cuidadores e incluso los cajeros de supermercados, como piezas imprescindibles para colaborar en el bienestar y salud de todos. Entre ellos, están los traductores haciendo frente a todo tipo de traducciones de contenidos sobre la nueva enfermedad y todos los términos que generan, tales como informes médicos, noticias, instrucciones. La traducción rápida y profesional ha sido vital para colaborar en frenar la situación del COVID-19, para contribuir al trasvase de contenidos sobre síntomas, contagio y vacunas, donde se superaron a la mayor celeridad las barreras idiomáticas. Sin embargo, ha quedado relegado a un segundo plano todo aspecto social que no esté directamente relacionado con la pandemia. Es ahí donde incluimos la comunicación entre las administraciones sanitarias y la población cuya lengua no es el español. En este sentido, no se ha traducido información básica en todas las lenguas y, por tanto, no se ha tenido en cuenta a los más de seis millones de extranjeros que residen en España, dejándolos fuera de la red de información básica y por tanto, sin indicaciones sobre cómo proceder ni poder seguir las recomendaciones de las autoridades por falta de conocimiento de las mismas. Del mismo modo, en EE. UU. tampoco hubo traducciones instantáneas de la información básica para la población general y, en concreto, para migrantes.

Para un sector de la población migrante, la barrera idiomática ha dificultado gravemente el tratamiento y el acceso a la información durante la pandemia, algo imprescindible para adoptar medidas eficaces tanto para situaciones que requieran aislamiento como para su tratamiento. Por poner un ejemplo, teniendo en cuenta las recomendaciones sanitarias, el primer paso que debe de seguir un ciudadano con síntomas de enfermedad respiratoria es llamar por teléfono a los servicios sanitarios de su comunidad autónoma, pero en comunidades como Madrid, con un elevado número de población migrante, ha habido falta de intérpretes en los teléfonos habilitados para atender posibles casos de coronavirus (tal como denunció la ONG Entreculturas en varios medios de comunicación) y ello dificultó que parte de la población extranjera tuviera acceso en igualdad de condiciones a una atención de calidad en caso presentar síntomas de COVID-19. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, la asistencia de intérpretes habitualmente se produce de forma puntual en algunos centros de salud y hospitales, casi siempre a cargo de organizaciones sociales, dependiendo pues de la solidaridad de ciudadanos, asociaciones de migrantes u ONG que se organizan voluntariamente para colaborar. Desde el inicio de la situación de alarma, estas ONG se han visto colapsadas por llamadas, ya que apenas son el único recurso disponible.

Esperemos que para el futuro podamos contar con sistemas de comunicación que permitan a la población migrante recibir mensajes básicos y fundamentales en su propia lengua.

 

Escrito por Carmen Pena Díaz es profesora Titular de Universidad en el área de traducción del Departamento de Filología Moderna de la Universidad de Alcalá. Es directora del Máster Universitario en Comunicación, Traducción e Interpretación en los Servicios Públicos en la Universidad de Alcalá.

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