¿Quién no conoce a la mítica muñeca de proporciones imposibles con la que han jugado y fantaseado varias generaciones? Barbie ha sido, desde su creación, una constante en la cultura popular de los Estados Unidos, convirtiéndose en una figura que ha adoptado diversos significados a lo largo de su historia. El estreno de la nueva película Barbie (Greta Gerwig, 2023) ha causado revuelo en todo el mundo, iniciando un boom respecto a la muñeca que hace años no se veía fuera de grupos de fans y coleccionistas muy selectos. Aprovechemos este resurgimiento para hacer un repaso a sus distintas representaciones e interpretaciones con el fin de ver cómo esta figura ha evolucionado a lo largo de los años.
Barbie comenzó como una alternativa a juguetes tradicionales orientados a niñas pequeñas, los cuales se limitaban a muñecos que reiteraban la infancia de quienes jugaban con ellas o inculcaban la maternidad como único destino viable para las niñas, ofreciendo un medio de identificación que les permitía fantasear con una versión más madura y libre de sí mismas.
Barbie puede verse como una figura multidisciplinar, no sólo en las miles de profesiones y títulos que ostenta, si no en las diferentes maneras en las que se puede analizar esta icónica figura. Cuando se habla de Barbie, mientras que resuenan años de controversia a su alrededor, esta última versión da pie a explorar la simbología de la muñeca desde un punto de vista innovador.
Barbie ha sido criticada desde su creación por su inherente sensualidad representada en sus curvas, por perpetuar estándares referentes a la mujer que pueden llegar a resultar inalcanzables e incluso dañinos, como la normalización de unas proporciones corporales específicas (lo cual se dice que alentó el alza de problemas de imagen corporal en los años 90 y los 2000), o por conductas machistas y sexistas. Esta perspectiva fue llevada incluso a la cultura popular, como puede verse en la conocida serie Los Simpson, en la que existe una muñeca llamada Stacy Malibu que comprende todos los aspectos más negativos que se relacionan con Barbie, como los roles de género estrictos y estereotipados. Las películas de Barbie de los años 2000 se limitaban a reproducir cuentos populares (Barbie Rapunzel, 2002) e incluso reinterpretar obras clásicas (Barbie en el Lago de los Cisnes, 2003) siguiendo una fórmula típica de Disney, aunque con ciertas diferencias: tradicionalmente, las princesas de Disney han necesitado la ayuda de un príncipe para salir airosas de sus problemas, mientras que Barbie es capaz de actuar por su cuenta sin descuidar sus intereses amorosos y sus amistades.
Desde hace unos años, estas representaciones tan inmóviles han tomado nueva forma: Barbie se ha convertido en una activista que difunde su mensaje a través de un vlog en el que habla de salud mental, medio ambiente, sociedad, y otros temas de actualidad. Esa reinterpretación de la clásica Barbie también se ve en la serie Barbie: Life in the Dreamhouse (2012), en la que los protagonistas viven aventuras disparatadas que realzan el humor absurdo y la autorreflexión típica de la metaficción, jugando con conceptos establecidos sobre la muñeca, como puede ser la aceptación de lo ridículo de su colección infinita de ropa y accesorios, y la figura de Ken, el cual ha servido para como “hombre florero” para nuestra protagonista durante años en una especie de inversión de roles de género.
Margot Robbie, la actriz que encarna a Barbie en esta nueva entrega, fue consciente de estos debates a la hora de proponer la adaptación al estudio de producción. Barbie (2023) lleva esta introspección al extremo, comenzando la trama dentro del mismo mundo Barbie, caracterizado por un amplio uso del color rosa y la libertad de sus habitantes, y continuando la película en un mundo real en el que quieren contener a la muñeca para que permanezca estática e inerte. La película reconoce el peso que tiene Barbie en la cultura estadounidense y también mundial, reflejado en el primer teaser promocional. Éste parodia las escenas iniciales de 2001: Una Odisea en el Espacio (Stanley Kubrick, 1968), comenzando con unas niñas aburridas y alienadas que juegan con muñecos de bebés, haciendo alusión a la falta de variedad de juguetes que había antes de la creación de Barbie, la cual supone un antes y un después en la historia. El concepto de lo absurdo se magnifica y se ensalza de manera positiva jugando con lo que el público conoce sobre Barbie. Por ejemplo, el guión es consciente del papel de Ken como “accesorio” de Barbie, y lo admite públicamente: en los tráileres y pósters promocionales, se vislumbra a ambos acompañados de unas palabras –She’s everything, he’s just Ken–.
Esta ambiciosa nueva versión cinematográfica consigue saciar el apetito de sus fans, ofrece la posibilidad de que quienes la rechazan y critican puedan disfrutar de una historia a la vez entretenida, absurda y profunda, y reúne los diferentes puntos de vista desde los que se puede analizar esa mítica muñeca de proporciones imposibles, demostrando que en el fondo está hecha a una escala muy humana.
Escrito por Cristina Sánchez, máster en Estudios Norteamericanos de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Alcalá. Graduada en Estudios Ingleses por la Universidad de Alcalá. Sus intereses se centran en los estudios culturales, el análisis audiovisual, y los estudios de la cultura de internet.